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Recuerda, que esta es la segunda parte de la revista; la primera, está más abajo.
Saludos
Charo
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10:33
Espero que, todos/as los/as que écheis un vistacito a esta revista escolar, paséis un buen rato.
Saludos
Rosario Gómez Pedrosa
Coordinadora Plan de Lectura y Biblioteca
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6:38
Érase una vez, cuatro gatitos que acababan de nacer. Todavía no abrían los ojos y la mamá dijo: “¡Es el momento! Hay un gato callejero que duerme donde quiere, caza ratones; pero hay que tener cuidado, porque los perros te pueden morder”.
Entonces dijo un gato:
- Esa es la vida que me gusta a mí.
Así es que se fue a ser gato callejero.
El otro no sabía lo que podía ser, así que pensó ser gato de barco. El gato dijo:
- ¡Esa es la vida que me gusta a mí!- y se fue a ser gato de barco.
El gato de barco es un gato que viaja por todo el mundo.
Quedaban dos; una de ellas no sabía qué ser. Pensó en ser gatita de granja.
- En la granja puedo ser amiga de las vacas y de las gallinas. ¡Esa es la vida que me gusta a mí!
Y quedaba el más pequeñito y dijo:
- ¿Qué puedo ser? Gato callejero, no; gato granjero, no. Y se fue a algún sitio.
Empezó a llover y el gato tenía hambre y frío. De repente, sintió que algo le acariciaba: una niña se lo había encontrado. Lo metió en su bolso y se durmió. Cuando se despertó, la niña le ofreció una taza de leche y todos fueron felices.
María del Rocío García Molina 2ºB
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7:28
Había una vez un niño tan pequeño como un garbanzo, por eso todos le llamaban Garbancito.
Un día su mamá le dijo: quédate en casa mientras yo voy a llevarle la comida a papá que está trabajando en el bosque, pero el niño quería llevársela él. A la madre le daba miedo que al ser tan pequeño la gente no le viesen por la calle y lo pisaran, pero Garbancito se había inventado una canción para que la gente al oírle mirasen y al verlo no lo pisaran, así que la madre lo dejó ir.
Tachín, Tachín, Tachei,
Mucho cuidado
Con lo que hacéis.
Tachín, Tachín, Tachei,
A Garbancito,
No lo piséis.
Todo fue bien hasta que al entrar en el bosque empezó a llover, entonces Garbancito se refugió dentro de una col para no mojarse, pero apareció un buey que se comió la col y también a garbancito.
Mientras tanto su padre había vuelto a casa, y al contarle la madre que Garbancito había ido al bosque, decidieron ir a buscarlo temiendo que le hubiese ocurrido algo malo.
- ¡Garbancito, Garbancito!, ¿Dónde estás metido?- Gritaban sus padres desesperados.
Y Garbancito al oírles contestó: - ¡En la barriga del buey!, ¡Qué ni llueve, ni hace frío!
Entonces sus padres, que ya se habían acercado al buey, recogieron unas hierbas para limpiarle su tripa y así pudo salir Garbancito; volviendo por fin a casa de sus padres.
Fin.
Lola Utrera Rivera 1º A
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8:16
Cuento de mi abuelo
Por: Miguel Ángel Quirós
Tras mucho tiempo en la guerra, un joven soldado volvió a su pueblo. Como había tenido la suerte de sobrevivir, lo primero que hizo fue dirigirse a la pequeña parroquia que allí existía para dar gracias a Dios y al viejo santo que siempre presidía el altar. Pero, cual fue su sorpresa, cuando al acercarse allí, vio que el viejo santo había sido sustituido por uno nuevo. Éste se hallaba rodeado de velas encendidas y de hermosas flores que realzaban su belleza. Arrodilladas a sus pies, varias personas rezaban con gran devoción. Mientras, el viejo santo se encontraba tirado en el rincón, cubierto de polvo y desconchado, abandonado por los que antes creían en él.
El soldado, desconsolado ante esta situación, no se resignaba a dejar a aquel “amigo” al que siempre había acudido. Pensó que ahora era “él” quien necesitaba ayuda y decidió hacer algo para devolver al viejo santo al lugar que nunca debió abandonar: el altar.
Tras mucho pensar, trabó un plan: se haría pasar por un pobre tullido y… Al otro día, el soldado se presentó en la iglesia y, en medio de la misa, se acercó al viejo santo y simuló hablar con él:
- ¿Qué…? - “No, hombre” – “¿Cómo voy a hacer eso…?” – “Bueno, bueno…” – “Si tú lo dices…Yo confío en ti”-.
Y, acto seguido, soltó una de las muletas con las que fingía ser inválido y se quedó solamente apoyado en la otra.
Gritó: -“¡Oh!”- “No me lo puedo creer” –
Mientras, la gente empezaba a mirarle con verdadera curiosidad.
De pronto, dijo: - “Nooo…” – “Eso sí que no” – “No puedo soltar la otra muleta” – “No ves que si lo hago, me caeré” – “Soy invalido, Por Dios” – “Sí, sí, yo confío en ti, pero…” – “Está bien, tú ganas”.
Y acto seguido, soltó la otra muleta.
Se oyó un “ohhh” de la gente que ya no oía la misa y el soldado empezó a gritar: -“¡Milagro!”.
De momento, el cura cogió al viejo santo, le quitó el polvo, lo rodeó de velas y flores y la gente lo llevó al altar junto al santo nuevo. Al instante, tenía una multitud rezando ante él. No hacía falta quitar a uno para poner a otro; los dos podían compartir lugar y fieles.
Entre tanto ajetreo, el soldado salió de entre la multitud. Ya en la puerta de la iglesia, miró al viejo santo y le pareció que le sonreía. El también sonrió y pensó: “Quién da recibe. Favor, con favor se paga”
Le había devuelto al viejo santo, lo que tantas veces recibió de él.
Colorín, colorado este cuento se ha acabado.
Fin.
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8:13
Había una vez en un país muy lejano un rey que tenía una hija muy hermosa. Eran muy felices hasta que un día la princesa se puso enferma. Vinieron a verla todos los médicos del reino, pero ninguno daba con lo que tenía la niña.
Hasta que un día apareció por allí un hombre sabio que iba de camino hacia unas tierras lejanas. Como todo el mundo hablaba de que la princesa estaba cada día más triste, más pálida,… él decidió ir a ver si podía remediar en algo la situación.
Así es que llegó a palacio y después de presentarse pidió permiso para poder ver a la princesa. El rey accedió esperanzado ya que veía cómo el estado de su hija empeoraba cada vez más.
Después de un rato, el sabio dijo:
- La princesa está grave; sin embargo, su mal se curaría fácilmente si come cerezas.
- ¡Cerezas! ¡Cerezas para la princesa! – se oyó por todo el palacio al instante.
Pero nadie las traía, no había ni una sola cereza en todo el palacio. Entonces los sirvientes salieron a buscarlas por toda la ciudad y por todos los alrededores. Uno a uno volvían tristes y cabizbajos porque ninguno las había encontrado.
Así es que el rey los envió a todos los rincones del reino a buscar cerezas y, tan desesperado estaba que ofrecía, como recompensa, la mano de su hija. El rey estaba dispuesto a casar a su hija con aquel que le trajese las deseadas cerezas.
- ¡El rey hace saber que aquel que lleve cerezas a la princesa se casará con ella! –pregonaron a los cuatro vientos los servidores de palacio.
La noticia llegó a oídos de un hombre que vivía en un lugar muy apartado, en medio del campo, cultivando frutales junto con su mujer y sus tres hijos. Nada más enterarse en el pueblo de la noticia corrió a su casa y reunió a toda la familia.
- ¡Hijos míos! La princesa está enferma y sólo se curará si come cerezas. El rey ofrece su mano a aquel que se las consiga. ¡Y el cerezo de nuestro jardín está cargadito de unas cerezas extraordinarias!
Todos en la casa se pusieron nerviosos y, el padre se dirigió al mayor de sus hijos:
- Hijo, tú eres el mayor de los tres, así es que serás tú quien lleve las cerezas a la princesa.
Entre todos recogieron un canasto de hermosas cerezas, prepararon el único caballo que había en la casa y un poco de comida y, así, el hijo mayor se puso en marcha.
Después de mucho rato cabalgando, en una encrucijada de caminos el joven se encontró con un anciano. Éste, después de saludar al muchacho, le preguntó:
- Buen mozo, ¿qué llevas en la cesta?
A lo que el joven, temeroso de que quisiera quitárselas, contestó.
- ¡Ratones! Llevo ratones.
- Ratones serán –dijo el anciano a continuación.
Tras este encuentro, el campesino continuó su camino hasta que llegó a las puertas del palacio. Una vez allí, les explicó a los guardianes que traía cerezas para la princesa. Los guardias quisieron ver el contenido del cesto, pero él no les dejó pensando que querían apoderarse de él.
La noticia recorrió rápidamente todo el palacio y, cuando el muchacho llegó a presencia del rey, ya todos estaban esperándole. Sin embargo, cuando el joven abrió el canasto, en lugar de las fantásticas cerezas que él y sus hermanos habían recogido, aparecieron un montón de pequeños ratoncitos que corrieron por toda la sala causando un gran revuelo y desconcierto.
Los guardianes cogieron al muchacho, que se había quedado mudo de la impresión y lo encerraron en las mazmorras, no sin antes darles una enorme paliza.
Al ver que no tenían noticias del hijo mayor, los padres pensaron que quizás le hubiese sucedido alguna desgracia por el camino y decidieron enviar al hijo mediado con la misma misión. ¡Todavía quedaban buenas frutas en el cerezo!
Volvieron a preparar el viaje, aunque esta vez ya no tenían caballo y el muchacho debía viajar a lomos de un burro que usaban en las tareas del campo.
Cuando el segundo de los hermanos llegó a la encrucijada de caminos, allí estaba otra vez el anciano. El cual le hizo la misma pregunta que a su hermano mayor:
- Buen mozo, ¿qué llevas en la cesta?
A lo que contestó el joven:
- ¡Ranas! Llevo ranas.
Al igual que su hermano, el joven desconfiaba de las intenciones del anciano y, por eso, no quiso decirle lo que en realidad llevaba en el canasto.
De igual manera el anciano contestó:
- Ranas serán.
Al llegar al palacio dijo a los guardianes:
- Llevadme ante el rey, traigo un cesto de cerezas para la princesa.
- ¿Estás seguro de que son cerezas? Ándate con ojo muchacho, que hace unos días vino un chico diciendo lo mismo que tú y lo que traía eran ratones. Y desde entonces está en el calabozo con cardenales por todo el cuerpo.
- ¡Claro que son cerezas lo que traigo!
Los guardianes le dejaron pasar no pensando que la historia volviera a repetirse; sin embargo, una vez que el joven abrió el canasto comenzaron a saltar de él docenas de ranas verdes, que saltaban y saltaban por todo el salón del trono causando el mismo alboroto que los ratones unos días antes.
- ¡Al calabozo! ¡Qué lo encierren! –gritaba muy enojado el rey.
Y así fue como los dos hermanos se encontraron en las mazmorras del palacio, molidos a palos los dos y sin poder explicar qué había sucedido con las cerezas.
Como seguían pasando los días y ninguno de los dos hermanos diera señales de vida, en casa del labrador estaban muy tristes y preocupados; por lo que, el menor de los hermanos dijo a su padre:
- Padre, déjeme ir a mí. Así podré enterarme de lo que les ha ocurrido a mis hermanos.
- No, hijo mío. Tú eres el único que nos queda –decía entre llantos la madre.
Pero tanto insistió que, al final, el padre hubo de darle su consentimiento. Aunque ya en el cerezo sólo quedaban algunas cerezas picoteadas por los pajarillos, padre e hijo reunieron las que pudieron y las colocaron en un viejo cesto. Entretanto, la madre le había preparado un trozo de pan con un poco de queso para el camino. Y, despidiéndose de sus padres con un cariñoso abrazo, el hijo menor emprendió el camino a pie, ya que no quedaba ningún otro animal en la casa.
Cansado pero ilusionado llegó el joven a la encrucijada de caminos y a quien diréis que se encontró. ¡Efectivamente allí se encontraba el anciano!
- Buen mozo, ¿qué llevas en la cesta? –le preguntó al igual que había hecho con sus hermanos.
- ¡Cerezas! Llevo unas cerezas con la esperanza de que puedan sanar a la princesa –contestó de manera sincera el joven.
- Pues, ¡cerezas serán! –le replicó el anciano.
Y, después de compartir con el anciano el pan y el queso, el muchacho continuó su camino.
Cuando llegó a las puertas del palacio y dijo a lo que iba, los guardianes no querían creerle; sin embargo, ante la insistencia del joven no tuvieron más remedio que acompañarlo hasta el salón del trono. Pensando que, al igual que en las dos ocasiones anteriores, tendrían que darle una paliza y encerrarlo en los calabozos junto a los otros dos infortunados.
Pero, una vez que el muchacho abrió al canasto, aparecieron ante los ojos de todos las más maravillosas y exquisitas cerezas que nadie hubiera visto jamás. El primer sorprendido era el mismo joven que no salía de su asombro.
Enseguida que la princesa mordió una de aquellas estupendas frutas los colores comenzaron a volverle a las mejillas y, no había comido más de dos o tres frutos, cuando ya era la misma muchacha alegre y hermosa que había sido siempre.
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8:09
Quisiera contaros una historia, que no creáis que sucedió en nuestros días, ni en nuestro pueblo, ni siquiera se, si fue o es invención.
Lo cierto es que a mí me la contaban, cuando era muy pequeña y me hacía mucha gracia.
Este cuento es de pedos y aunque la forma correcta de denominarlo es así, a mi me cuesta trabajo decirlo, prefiero llamarlo peo, pues así lo hacemos en nuestra tierra. El peo es una necesidad fisiológica e inevitable y por lo tanto todo el mundo se pee.
Érase una vez una muchacha de pelo tan negro como el carbón, su tez era blanca como la porcelana y sus ojos color de avellana. Pero a pesar de que era muy buena, siempre estaba sola, pues tenía un tremendo problema y es que no podía parar de tirarse peos.
Un día se acercó su vecina Pepita y le dijo:
_Esta noche hay un baile en la plaza del pueblo, ¿por qué no vienes conmigo?
Petronila, que así se llamaba la muchacha, le dijo:
_Tu conoces mi problema y sabes que no puedo ir.
_¡Se me ocurre una idea!
_¿Qué? Preguntó Petronila.
_Para evitar que te salga tanto aire por el culete, te pondrás un higo y así taponará la salida.
_No se si dará resultado
_ ¡Vamos inténtalo, no seas tonta!
Llegó la hora de marcharse a la fiesta y Petronila hizo lo que le dijo su amiga.
En el baile, Petronila causó admiración. Un muchacho que la vio, se acercó y la invitó a bailar .Estuvo bailando con ella, bailando y bailando sin parar y, cuanto más bailaba, más le gustaba y así siguieron, bailando y bailando, hasta que con tanto movimiento se salió el higo y se cayó al suelo.
El muchacho que vio el higo, lo cogió y se lo comió pero siguió bailando con Petronila, cuando de repente, a ésta se le escapó un pequeño gas, y otro y otro y otro….., sonaron los pedos. Unos pedos, largos y prolongados y el muchacho que ya no podía soportar más la sinfonía le dijo:
¡Doña, doña el culito se te fonda!
A lo que ella respondió:
¡Y usted don don que se comió mi tapón!
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8:07
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6:55
Un trimestre más hemos cumplido con nuestro objetivo de sacar a la luz esta modesta revista escolar. En sus páginas hemos querido plasmar lo que ha sido nuestra vida en estos meses.
En esta ocasión, os llevamos a ella a través del siguiente enlace:
http://www.slideshare.net/Bahiadebarbate/bahia-centro-2-trimestre-0809
Saludos a todos y todas.
Charo Gómez
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15:16
POEMA POR LA PAZ.
Araceli Garrido Linares
La busco y la busco,
la vuelvo a buscar;
no es tan difícil
encontrar la amistad.
Mi mano extendida
un puente será,
si encuentro la tuya
dispuesta a estrechar.
¿Te atreves?
No es tan difícil
encontrar la amistad,
siente la mía
y la encontrarás.
GESTO DE PAZ
Araceli Garrido Linares
Cuando te tiendo mi mano
si triste estás,
y siento la tuya, segura ya,
construyo contigo un puente de Paz.
Cuando me tiendes tu mano
si me siento mal,
le damos, unidos,
sentido a la Paz.
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16:00
Esencia de mujer
Que no te apaguen la voz,
que no te anulen el alma,
que no te caricaturen el rostro,
que no te impongan la falda.
Que te ayuden a crecer,
que te ayuden a soñar,
que te ayuden a ser tú
sin renunciar a tu alma.
Que construyan otro mundo
donde la igualdad se implanta.
Que construyan sin complejos
donde la razón alcanza.
Que no te engañen con leyes,
que no te engañen con saña.
que no te engañen los hombres
que luchan sin esperanza.
Que no te engañen los hombres
cobardes antes las faldas.
Que no te engañen los hombres
Ocultos tras una máscara.
Que no te engañen los hombres
Que buscan bajo las faldas.
Busca bajo los rostros
Busca en sus miradas.
Busca a la otra persona
que se incrusta en las entrañas.
Que no se ganan derechos
con dependencias ajenas.
Que no se ganan derechos
justificando la esencia.
Que no se ganan derechos
sino mostrando entereza.
Virtudes
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15:57
Infantil :4 años –A (Curso 2005/06)
Tutora: Virtudes Roldán
Poema compuesto con las ideas aportadas por los alumnos a la pregunta ¿ Qué me gusta de mi pueblo?
ME GUSTA MI PUEBLO
Casas blancas
Verdes y amarillas,
Tejas y azoteas
Pasear por la playa,
Jugar con la arena.
Ver peces, atunes, ballenas.
Tocar la espuma blanca
Oír la mar en calma.
Pasear por la Breña.
Tocar la hierba.
Jugar por sus calles.
Ver sus tiendas.
Oír su música
Y al final
El parque Infanta Elena.
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15:47
HOMENAJE A LAS ABUELAS
Estamos aquí para hacer un homenaje a las abuelas, a todas vosotras, a las que estáis presentes, a las que no han podido asistir y a las que ya no se encuentran entre nosotras, pero siguen en nuestros corazones.
Si una madre es un tesoro, una abuela lo es por partida doble. Quiero aportar mi granito de arena con estas palabras:
ABUELA
Jugabas a ser madre
Siendo niña pequeña.
Jugabas a ser reina
En un país de princesas.
Jugabas a ser madre
Y apartaste tus vivencias.
Jugabas y soñabas
Con ser madre verdadera,
Y alejabas de tus sueños,
Las carpetas de la escuela.
Y al final,
Ya lo consigues,
Y entre ollas y sartenes,
Cocinas una existencia,
Tejiendo por las noches,
Nuevas vidas que se acercan.
Y ya sientes la alegría
De ser madre verdadera,
Con la lucha y sacrificio
Que de ti todos esperan.
Cuidadora y enfermera.
Cocinera, pastelera
Tejedora y costurera.
Economista, pintora.
Limpiadora y planchadora.
Cuenta-cuentos.
Cuenta-sueños.
Ya tu obra terminada,
Ya tus hijos que se alejan.
Ya tus hijos que regresan.
Y tú paciente y callada
Le abres la puerta del alma.
Y todo vuelve a su inicio
Y son tus nietos queridos,
Los que te harán comenzar.
Cuidadora y enfermera,
Cocinera, pastelera.
Tejedora, costurera,
Economista, pintora.
Limpiadora y hacendosa.
Cuenta-cuentos.
Cuenta-sueños.
Toda una vida trabajando para los demás, entregada a los otros, sin reconocimiento, ni sueldos.
Cuidáis de vuestros hijos e hijas, de vuestros nietos y nietas, de vuestros padres e incluso de vuestros suegros y suegras.
Ya es hora de recibir un homenaje y de que se os tenga en cuenta.
Es importante pensar en una misma , y hacer aquello que siempre quisimos pero las ocupaciones y el estar pensando siempre en los demás, nos impidió hacerlo.
HAZTE DUEÑA DE TU TIEMPO.
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15:41
Querida Soledad:
Yo también te doy las gracias: gracias por haberme enviado un email contándome cómo estás utilizando el libro "Mara y el enigma del litoral" y lo qué opinas sobre él, y por recomendárselo a otras personas.
Es muy reconfortante para mí saber que de la lectura y la ilustración has extraído todo el potencial que poseen.
Porque cuando lo escribí puse mucho empeño en integrar distintos conocimientos y perspectivas, distintos niveles de lectura, y me satisface enormemente saber que personas cómo tú reconocen ese empeño y lo aprovechan. Si gracias al libro "Mara y el enigma del litoral" tú y tus alumnos habéis disfrutado en el, a veces difícil, proceso de enseñar y aprender, yo me alegro mucho y como autora me siento plenamente realizada.
Un saludo afectuoso
Rosa Cintas
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8:10
Me ha encantado el libro y a mis alumnos también, hemos disfrutado día a día con la lectura , y además hemos buscado imágenes de toda la fauna y flora que aparece en el libro.Ya saben distinguir las gaviotas, los charranes, los chorlitejos, y el correlimos tridáctilo…..saben lo que es un istmo, una ensenada, una duna…. Y sobre todo se han visto reflejados en el libro y han aprendido a valorar los recursos naturales. Tambien hemos realizado y coloreado las magnificas ilustraciones.
Muchas Gracias.
• "Mara y el enigma del litoral" es una guía fabulosa para elconocimiento del Medio, ya que podemos aplicar el método inductivo,partiendo de lo conocido, de lo más cercano, observando e incluso registrando los conocimientos tanto de flora, de fauna así como de geografía e historia. Permite analizar y clasificar los datos para que a través de su generalización y contrastación se pueda llegar ageneralizar.
• Desde el punto de vista literario es un manual con gran riqueza de vocabulario, donde se describe cada zona con gran precisión y se promueve la conciencia de la problemática ambiental y la responsabilidad de cuidar las especies y los recursos naturales.
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8:03
OPINIÓN DE UNA MADRE SOBRE LA LEY DEL MENOR
¿Cuánto daño le puede hacer una ley a nuestros hijos?
Se supone que ninguno; que las leyes se hacen para protegerles.
Sin embargo, si lo pensamos detenidamente nos damos cuenta que, una ley que se hizo para proteger a niños/as con problemas (familiares o de cualquier otra índole), tratando de corregir sus comportamientos erróneos sin tener que pasar por la cárcel, no está consiguiendo los resultados previstos.
En realidad, desde mi punto de vista, lo único que ha conseguido esta ley, es convertir a una parte (cada vez mayor) de nuestros/as niños/as en pequeños dictadores; para quiénes lo único que importa son sus deseos, y, si alguien se opone a ellos, usan la violencia para conseguirlos, conscientes de que por mucho daño que hagan, sólo recibirán una advertencia y podrán seguir con su vida como si nada.
Ante esta situación, como persona adulta y madre, no puedo más que preguntarme: ¿Cuándo harán una ley para proteger a los padres/madres, maestros/as y compañeros/as de estos/as niños/as?
CHANI
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15:39
Érase una vez una niña llamada Toñi. Se quedó dormida y soñó con un pueblo llamado Fantasía: había muchas mariposas, hadas, unicornios, caballos, pájaros, etc
De repente, salió una señora viejecita y Toñi se asustó; entonces la señora le dijo:
- Tranquila pequeña.
- Lo siento señora. No me he presentado, me llamo Toñi y tengo 9 años. Y usted señora, ¿cómo se llama?
- Me llamo María.
- Encantada María. Vamos a caminar hacia delante –dijo Toñi.
En ese momento se encontraron delante de un mar precioso y se montaron en un barco maravilloso. Se fueron navegando por el mar brillante y se encontraron a una muchacha.
- Hola me llamo Rocío y tengo 14 años.
Más adelante se encontraron otro barco con una mujer llamada Lucía, tenía 38 años.
Juntos regresaron a sus casas y montaron una fiesta. A partir de entonces se hicieron muy buenas amigas.
TOÑI 5ºA
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11:39